Bienaventurado
el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas
en ella escritas; porque el tiempo está cerca.
Apocalipsis 1:3
Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley.
Salmos 119:136
Ocúpate en la lectura.
1
Timoteo 4:13
El profeta Jeremías acabó su servicio
durante los reinos de los últimos reyes de Judá, quienes hicieron “lo malo ante
los ojos del Señor” (2 Reyes 23:32; 24:9, 19). Exhortaba al pueblo de Israel a arrepentirse y
a volverse a Dios. Pero nadie lo escuchó
y Jeremías fue encarcelado. Dios lo
visitó allí y le ordenó que escribiese en un rollo las palabras que Él le
decía. En su celda, Jeremías dictó el
mensaje de Dios a Baruc, su secretario, y le pidió que lo leyese al pueblo, a
los príncipes y al rey (Jeremías 36). Cuando
el rey oyó esas palabras, rompió y quemó el rollo, y exigió que le entregasen a
Jeremías y a Baruc. Pero Dios los
escondió. Entonces Baruc escribió un
segundo rollo anunciando el mismo juicio, que no tardó en caer sobre el pueblo
y los reyes infieles.
Siglos más tarde, encadenado en Roma, el apóstol Pablo pudo decir: “La palabra de Dios no está presa” (2 Timoteo 2:9). En la cárcel escribió cartas que forman parte de las Escrituras y que leemos con interés.
Los hombres pueden quemar la Biblia, pero no impedirán que Dios cumpla sus propósitos revelados en ella. Jesús dijo: “El que… no recibe mis palabras… la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48). ¿Somos de los cristianos que leen la Biblia y le prestan atención?
Siglos más tarde, encadenado en Roma, el apóstol Pablo pudo decir: “La palabra de Dios no está presa” (2 Timoteo 2:9). En la cárcel escribió cartas que forman parte de las Escrituras y que leemos con interés.
Los hombres pueden quemar la Biblia, pero no impedirán que Dios cumpla sus propósitos revelados en ella. Jesús dijo: “El que… no recibe mis palabras… la palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12:48). ¿Somos de los cristianos que leen la Biblia y le prestan atención?
© Editorial La
Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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