Si confesamos nuestros
pecados, él (Dios) es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos
de toda maldad.
1 Juan 1:9
El que encubre sus pecados no prosperará; mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.
Proverbios 28:13
José fue odiado por sus hermanos, quienes
lo echaron en una cisterna y luego lo vendieron a unos mercaderes que iban
hacia Egipto. Después de haber cometido el crimen, estos hombres hicieron creer
a su padre que José había sido devorado por una bestia.
Veinte años después, una hambruna los obligó a ir a Egipto a comprar alimentos. Ignoraban que encontrarían a José, convertido en gobernador del país. Pero éste no se dio a conocer inmediatamente a sus hermanos, pues deseaba que primero se hiciese un trabajo de conciencia en ellos. ¡En el primer contacto con José se atrevieron a decir que eran hombres honrados! (cap. 42:11). José los acusó de espionaje, detuvo a uno de ellos y pidió que le trajesen al hermano más joven, Benjamín, quien se había quedado con su padre. Entonces su conciencia empezó a despertar. Se dieron cuenta de la relación que había entre sus pruebas y su culpabilidad respecto a José (cap. 42:21). Cuando hicieron el segundo viaje, con Benjamín, su conciencia les habló más fuerte todavía. Declararon: “Dios ha hallado la maldad de tus siervos” (cap. 44:16), y propusieron a José retenerlos como esclavos. Uno de ellos hizo una confesión pública conmovedora. Cuando el trabajo de conciencia terminó, José se dio a conocer a sus hermanos.
Dios siempre está dispuesto a perdonarnos cuando confesamos nuestras faltas. De este modo la conciencia queda tranquila y la comunión con Dios es restablecida.
Veinte años después, una hambruna los obligó a ir a Egipto a comprar alimentos. Ignoraban que encontrarían a José, convertido en gobernador del país. Pero éste no se dio a conocer inmediatamente a sus hermanos, pues deseaba que primero se hiciese un trabajo de conciencia en ellos. ¡En el primer contacto con José se atrevieron a decir que eran hombres honrados! (cap. 42:11). José los acusó de espionaje, detuvo a uno de ellos y pidió que le trajesen al hermano más joven, Benjamín, quien se había quedado con su padre. Entonces su conciencia empezó a despertar. Se dieron cuenta de la relación que había entre sus pruebas y su culpabilidad respecto a José (cap. 42:21). Cuando hicieron el segundo viaje, con Benjamín, su conciencia les habló más fuerte todavía. Declararon: “Dios ha hallado la maldad de tus siervos” (cap. 44:16), y propusieron a José retenerlos como esclavos. Uno de ellos hizo una confesión pública conmovedora. Cuando el trabajo de conciencia terminó, José se dio a conocer a sus hermanos.
Dios siempre está dispuesto a perdonarnos cuando confesamos nuestras faltas. De este modo la conciencia queda tranquila y la comunión con Dios es restablecida.
© Editorial La Buena Semilla, 1166
PERROY (Suiza)
No hay comentarios:
Publicar un comentario