domingo, 19 de marzo de 2017

EL PODER DEL AMOR DE DIOS

 
Las muchas aguas no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos.
Cantar de los Cantares 8:7
Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos.
Juan 15:13
 
 
Dios manifestó en Jesús su poder de amor, el cual permanece intacto, incluso cuando los hombres lo rechazan. Nadie puede alterar el amor de Dios ni degradarlo. Este amor puede cambiar a los orgullosos en hombres humildes, a los ladrones en personas generosas, y a los hombres más disolutos en personas íntegras y puras.
Dios es Maestro y Señor, pero debemos reconocer su señorío a la luz de su actividad de amor en medio de los hombres: es Señor viviendo como Siervo. El Hijo de Dios vino a servir a favor del hombre. Vino a vivir cerca de nosotros, a morir por nosotros y a darnos la vida.
Dios es el Todopoderoso, sin embargo su poderío aparece a la luz de un amor que se entregó hasta la muerte, lleno de compasión por nuestros sufrimientos. Este amor condujo a Jesucristo a llevar él mismo el castigo por nuestros pecados.
Dios será el juez supremo de todos los hombres, pero reconocemos su justicia a la luz de su misericordia. En la cruz de Cristo, su justicia no nos condena, sino que nos hace justos. Cada uno de nosotros puede acercarse a Dios confiando en su amor.
Dios nos buscó y nos halló en Jesús. Él, que es Dios desde toda la eternidad, aceptó hacerse hombre y morir en la cruz para revelarnos al Dios de amor.
“El Señor se manifestó a mí hace ya mucho tiempo, diciendo: Con amor eterno te he amado; por tanto, te prolongué mi misericordia” (Jeremías 31:3).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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