viernes, 3 de marzo de 2017

JESÚS FUE EL HOMBRE SIN PECADO

 
Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21
 
 
Jesucristo vivió como un hombre en la tierra, pero fue un hombre perfecto. Siempre hacía el bien y no pecaba ni en pensamiento, ni en palabra, ni en hechos. Por ello pudo hacer esta pregunta a los judíos: “¿Quién de vosotros me redarguye de pecado?” (Juan 8:46). ¡Nadie, efectivamente, podía hacerlo! Incluso cuando fue condenado a morir en la cruz como malhechor, varias personas confirmaron su inocencia: Judas el traidor, cuando confesó: “Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4); Pilato el gobernador romano (v. 23-24) y su mujer (v. 19); el malhechor crucificado junto a él (Lucas 23:41) y el oficial romano, testigo de su muerte, pues dijo: “Verdaderamente este hombre era justo” (v. 47).
En Jesús no había nada que lo incitase a hacer el mal, ningún tipo de codicia que lo condujese a pecar. El apóstol Juan lo confirma de forma absoluta: “No hay pecado en él” (1 Juan 3:5). El diablo tentó a Jesús para incitarlo a cometer un acto de independencia con respecto a Dios. Pero todos sus ataques fueron vanos. Cuando, en el momento de dejar su vida, Jesús fue el objeto de toda la maldad de Satanás, declaró: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí” (Juan 14:30).
Este hombre perfecto, Jesucristo, estuvo confrontado al pecado de forma terrible en las tres horas de tinieblas en la cruz. Dios lo castigó en nuestro lugar, por nuestros pecados.
Por la fe sabemos que Jesús pagó el precio para que nosotros fuésemos perdonados, y le agradecemos por su gracia. Pidámosle que nos dé la fuerza para ser sus imitadores, pues en nosotros no tenemos ninguna capacidad para hacerlo.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

No hay comentarios: