(Jesús dijo:) El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama.
Juan 14:21
Algunos consideran el matrimonio como una
institución social anticuada, otros temen comprometerse de forma
duradera. Los que tuvieron una infancia difícil consideran la familia
como un lugar de conflictos entre generaciones de épocas profundamente
diferentes. La convivencia entre amigos parece más atractiva, menos
exigente. «¿Qué necesidad tenemos de casarnos para vivir juntos?», dicen
algunos. El individualismo y el placer sin presiones ni obligaciones
parecen abrir el camino a la verdadera libertad. ¡Pero en realidad se
vuelven esclavos de sí mismos!
Nuestros hijos crecen en un entorno que trata de destruir, en su corazón, la fe en el Creador, así como el respeto por todo lo que él estableció. Se les da una educación sobre la procreación que favorece esta evolución de las costumbres y conduce al rechazo, no solo de Dios, sino incluso del último rastro de moral fundado en lo que la Biblia enseña. ¡Se le quita al matrimonio todo su significado!
Pero quizás usted diga: ¿En nombre de qué se levanta contra este cambio? ¿En nombre de una moral caducada? ¡De ningún modo! Lo hacemos en nombre de la verdad de Dios, de Dios mismo, quien reveló su voluntad para que el ser humano fuese feliz. Solo la Biblia, mensaje de nuestro Creador, puede comunicarnos las referencias morales fundamentales necesarias para la vida de pareja y de familia.
“Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:5-6).
Nuestros hijos crecen en un entorno que trata de destruir, en su corazón, la fe en el Creador, así como el respeto por todo lo que él estableció. Se les da una educación sobre la procreación que favorece esta evolución de las costumbres y conduce al rechazo, no solo de Dios, sino incluso del último rastro de moral fundado en lo que la Biblia enseña. ¡Se le quita al matrimonio todo su significado!
Pero quizás usted diga: ¿En nombre de qué se levanta contra este cambio? ¿En nombre de una moral caducada? ¡De ningún modo! Lo hacemos en nombre de la verdad de Dios, de Dios mismo, quien reveló su voluntad para que el ser humano fuese feliz. Solo la Biblia, mensaje de nuestro Creador, puede comunicarnos las referencias morales fundamentales necesarias para la vida de pareja y de familia.
“Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:5-6).
No hay comentarios:
Publicar un comentario