sábado, 26 de agosto de 2017

EL TIEMPO PASA

 
 
Todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Tiempo de nacer, y tiempo de morir.
Eclesiastés 3:1-2
(Dios dijo:) En tiempo aceptable te he oído, y en día de salvación te he socorrido.
2 Corintios 6:2
 
 
Cuando fuimos a visitar a un amigo al hospital, pasamos por un pasillo llamado «Bulevar del tiempo que pasa». Los que lo llamaron así, sin duda se dieron cuenta de que el tiempo huye y no hay nada que pueda detenerlo. Pensamos en los que están sentados en la sala de espera con este cartel frente a ellos. Tiempo lleno de incertidumbre, de inquietud cuando hay que esperar el resultado de un examen, de un análisis, o el diagnóstico del médico. Tiempo que parece perdido para algunos. Tiempo en que la paciencia es puesta a prueba.
El tiempo parece pasar cada vez más rápido con la edad. “Mis días han sido más ligeros que un correo” (Job 9:25). El tiempo se nos escapa, pero ¿a dónde vamos? El cartel podría haber indicado: «Bulevar de nuestra vida». En el hospital vemos nacer a la gente, la vemos vivir con tristezas y sufrimientos, y la vemos morir. El tiempo no nos pertenece, pero el cristiano puede decir con confianza: “En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15). Sabe que Dios conduce todo y que todas las cosas ayudan a bien a los que lo aman (Romanos 8:28).
¡Qué tranquilidad poder descansar en Dios, pues si la duración de nuestra vida está totalmente en sus manos, todo nuestro ser también lo está! (Job 12:10). Dios quiere llevarnos al descanso de su presencia dándonos la vida eterna mediante la fe en Jesucristo.
En el tiempo que nos queda por vivir, ¿no queremos depositar nuestra confianza en el Señor? “La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan” (Esdras 8:22).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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