lunes, 14 de agosto de 2017

ESCLAVO DEL ALCOHOL

 
 
Los sacó de las tinieblas y de la sombra de muerte, y rompió sus prisiones.
Salmo 107:14
Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.
Efesios 4:32
 
 
¡Cuántas personas son esclavas de la bebida, como por ejemplo Andrés, un hombre de edad madura que cayó en el alcoholismo! Su mujer y sus hijos lo dejaron porque no soportaban vivir más con él. Perdió su trabajo, sus amigos y conocidos también lo abandonaron. Lo único que le quedaba era la botella, a la cual se aferraba, y un colchón en una habitación vacía...
¿Había esperanza para Andrés? Era un desdichado; sin embargo, no lograba liberarse de esas ataduras destructoras. Su fuerza de voluntad vacilaba cuando sentía su necesidad de alcohol; el engranaje parecía inexorable. A menudo tenía ideas oscuras y algunas veces trató de acabar con su vida. ¿Quién podría liberarlo?
En esa situación Dios intervino, ese Dios que saca al hombre “de las tinieblas y de la sombra de muerte”, y que puede romper las cadenas más sólidas. Condujo las circunstancias para que fuera a un centro de desintoxicación dirigido por creyentes. Allí Andrés tomó consciencia de que había caído muy bajo y de los sufrimientos que había causado a los demás. Reconoció que el alcoholismo forma parte de la lista de males provenientes del pecado, debido al cual Satanás mantiene esclavizado al hombre. Pero también descubrió que Dios es más fuerte que Satanás y que podía liberarlo. Le confesó todos sus descarríos y reconoció que era un pecador. Aceptó con gozo la buena noticia de que Jesucristo quería salvarlo, perdonar sus pecados y liberarlo del alcohol.
A partir de entonces pudo empezar una nueva vida con paz y gozo en el corazón.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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