domingo, 27 de agosto de 2017

¿QUÉ PUEDO HACER POR TI?

 
 
Yo (Jesús) os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Lucas 11:9
 
 
–“¿Qué te haré yo?”, preguntó el profeta Eliseo a una viuda (2 Reyes 4:2). Esta mujer tenía deudas y no poseía ningún recurso. Eliseo añadió: “Declárame qué tienes en casa”. La respuesta fue elocuente: “Tu sierva ninguna cosa tiene en casa, sino una vasija de aceite”. Él respondió satisfaciendo las necesidades de aquel hogar mediante una abundancia de aceite. Las deudas fueron pagadas y la familia alimentada.
–“¿Qué, pues, haremos por ella?” (2 Reyes 4:14), preguntó más tarde Eliseo a su siervo con respecto a otra mujer, pero esta vez era una mujer rica. La respuesta fue precisa: “He aquí que ella no tiene hijo”. El profeta llamó a la mujer y le hizo esta promesa: “Abrazarás un hijo” (2 Reyes 4:16). Y la promesa se cumplió.
–“¿Qué quieres que te haga?”, preguntó Jesús al ciego Bartimeo. La respuesta fue inmediata: “Maestro, que recobre la vista” (Marcos 10:51). Fue precisamente su ceguera lo que hizo que Bartimeo fuese a Jesús. Mediante una palabra Jesús le abrió los ojos, respondiendo a su fe de una manera extraordinaria.
Estos ejemplos nos animan a dirigirnos sencillamente a Dios, sin hacer discursos inútiles. No pensemos que es necesario emplear fórmulas consagradas para exponer a Dios nuestra situación o la de los demás. Tengamos la sencillez de decirle: «Este es el caso, necesitamos tu ayuda». Su respuesta siempre estará adaptada a nuestras necesidades.
Hoy Dios pregunta a cada uno de nosotros: ¿Qué puedo hacer por ti? La respuesta es un asunto personal entre él y nosotros.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

No hay comentarios: