lunes, 10 de enero de 2011

¿COMO LOGRAR QUE SUS ORACIONES RECIBAN RESPUESTA?

La oración amerita que haya en nosotros perseverancia. En cierta ocasión “Jesús les contó a sus discípulos una parábola para mostrarles que debían orar siempre, sin desanimarse” (Lucas 18:1. Nueva Versión Internacional). Y relata la insistencia de una mujer viuda en procura de que un juez injusto fallara a su favor. “Continuó el Señor:<

¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará mucho en responderles? Les digo que sí les hará justicia y sin demora” (versículos del 6 al 8).

Hay otro texto que vale la pena considerar. Se encuentra en el Evangelio de Mateo. Fue una enseñanza que compartió el Señor Jesús en el llamado “Sermón del Monte”. Él les dijo: “Pidan, y se les dará; busquen, y encontrarán; llamen, y se les abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre”(Mateo 7:7, 8. Nueva Versión Internacional).

De acuerdo con el principio que reveló a sus seguidores el Hijo de Dios, hay tres elementos que son claves cuando oramos: a.- Pedir b.- Buscar c.- Llamar. Está implícita la perseverancia. El asunto no es orar un día y dejar el asunto para después. Eso sería desistir. Lo fundamental es persistir. Si lo hacemos, tenemos asegurada la respuesta.

¿Qué debemos hacer para que se produzca una respuesta?

Toda persona anhela que Dios responda a sus oraciones; de lo contrario, no se tomarían el trabajo de elevar sus peticiones delante del Padre. La respuesta se produce como consecuencia de cuatro aspectos de suma importancia:

El primero, que exista una motivación específica que puede partir de una necesidad tal como lo hallamos en Mateo 7:9 y 10. El segundo, si clamamos Dios responde porque es un Padre amoroso para con sus hijos. “Pues si ustedes, aun siendo malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más su Padre que está en el cielo dará cosas buenas a los que le pidan!”(Versículo 11).

El tercer elemento estriba en la importancia de que orar vaya acompañado de dos actitudes: Creer y Perseverar.

¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones?

Usted y yo tenemos libertad de clamar porque tenemos acceso al trono celestial. En las Escrituras leemos una premisa del autor de la carta a los Hebreos: “Así que acerquémonos confiadamente al trono de la gracia para recibir misericordia y hallar la gracia que nos ayude en el momento que más la necesitamos” (Hebreos 4:16. Nueva Versión Internacional).

Sobre esta premisa, tenemos la certeza de que Él nos atenderá y podemos ir a su presencia cuantas veces sea necesario.

Ahora, una pregunta apenas natural: ¿Por qué demora Dios la respuesta a nuestras oraciones? Hay por lo menos cuatro razones que comparto con ustedes. La primera, para probar nuestra sinceridad; la segunda, para probar nuestra fe (fortalecernos); la tercera, porque albergamos pecado: rebelión, amargura, falta de perdón, desobediencia etc., y la cuarta, para enseñarnos a perseverar hasta el tiempo perfecto de Dios en el cual se produce la respuesta.

Es probable que dejemos de orar porque, de un lado no hemos aprendido el valor de la perseverancia; nos encontramos tan “ocupados” en las cosas del reino de Dios que pocas veces entramos en contacto con el “Jefe Supremo”, y además, no estamos dispuestos a dejar que el Señor trate con nosotros. ¿Cuál de esas circunstancias ha tocado a su puerta? Es hora de hacer una revisión juiciosa y proceder a aplicar los cambios pertinentes.

No permita jamás que el enemigo de los cristianos, Satanás, le haga sentir indigno de ir a la presencia de Dios en oración; tampoco deje que siembre dudas en su mente y rechace todo pensamiento de distracción que traiga su corazón cuando está orando.

Recuerde siempre: el éxito de la oración estriba en perseverar.

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