jueves, 20 de enero de 2011

DE DONDE PROVIENE EL PODER

El verdadero poder proviene de Dios

Cuando volcamos nuestra mirada hacia Dios, encontramos que Él se preocupa de nuestras necesidades, desea ayudarnos y, si lo invocamos, sale al paso para brindarnos una solución al problema o enfermedad que estemos enfrentando.

¿Qué se necesita? En esencia dos cosas. La primera, que dejemos de lado toda confianza y dependencia de lo oculto y de las prácticas que no estén estrechamente relacionadas con las enseñanzas de las Escrituras. La segunda, que reconozcamos la grandeza de Dios. Para Él –que creó el universo—no es difícil obrar un milagro ahora.

En las Escrituras leemos un pasaje apasionante que nos refiere acerca del poder ilimitado del Señor Jesucristo: "Descendió con ellos y se detuvo en un lugar llano. Muchos discípulos estaban allí y una gran multitud de toda Judea y Jerusalén, gente de Tiro y de Sidón, que habían venido a oírlo, y a ser sanados de sus enfermedades." (Lucas 6:17).

El texto nos revela a millares de personas con dolencias de todo género yendo tras el Maestro. Habían descubierto en Él a quien realmente puede resolver los problemas físicos y espirituales. Observe que no les preocupaba la distancia que debían cubrir para llegar a Él.

También resulta interesante notar que se producía un proceso: 1.- Escuchaban el mensaje. 2.- Eran sanados. Era una obra integral la que se producía en sus vidas.

Dios obra en todas las dimensiones

Cuando el poder de Dios se manifiesta, se manifiesta tanto en la dimensión física –sanando enfermedades—como en la dimensión espiritual—libertando a quienes están asediados por espíritus inmundos--.

La Biblia dice que "Los que habían sido atormentados de espíritus inmundos, quedaban sanos. Y toda la gente procuraba tocarlo, porque salía de él un poder que sanaba a todos." (Lucas 6:18, 19).

Quienes arrastraban una vida bajo el asedio de los demonios, trayendo a su ser tormento, depresiones o manifestaciones fuera de lo normal, encontraban la salida y se rompían las cadenas. Eran libres.

Quienes fueron a Jesús el Señor, recibieron sanidad... Usted, ¿acaso es menos para estar ajeno a las bendiciones que se desprenden de creer en Dios? Sin duda que no. Él desea ayudarlo, liberar su poder para que ocurra el milagro por el que tanto está clamando.

1 comentario:

Julio Ocampo dijo...

Gracias David por tus refelxiones llenas de enseñanza