jueves, 7 de noviembre de 2013

LO QUE HACEN LOS DEMAS



Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan.
Mateo 7:13-14

En las ciudades a menudo se ven grupos de peatones esperando que el semáforo cambie a verde para pasar. Pero si alguien pasa en rojo, casi siempre algunas personas lo siguen. No miran las señales, sino lo que hacen los demás. En la vida, a menudo ocurre lo mismo. Determinamos nuestro comportamiento no en función de lo que es justo o verdadero, sino principalmente en función de lo que hacen los demás.
Un peatón puede perder la vida por haber pasado en rojo. En el ámbito espiritual y moral, hacer algo sencillamente porque los demás lo hacen es igual de peligroso, pues lo que está en juego es nuestro futuro eterno.
El camino que conduce a Dios no es el camino por donde va la mayoría, el que reúne todas las opiniones posibles, el que no nos cuestiona. No, el camino que conduce a Dios es estrecho. Para andar por él tenemos que arrepentirnos, reconocer nuestras faltas. También es necesario renunciar a ser el dueño de nuestra vida y confiar únicamente en Dios. Son pocos los que encuentran este camino, sin embargo es el único que conduce a la vida.
Jesús abrió ese camino que lleva a Dios. Él mismo es el camino, la verdad y la vida (Juan 14:6). Para encontrar a Dios no tenemos que seguir ciertas reglas, ni hacer como los demás; sólo necesitamos ir a Jesús humildemente y con fe. Entonces podremos hacer lo que Dios espera de nosotros, sus hijos: expresar mediante acciones concretas de bondad y justicia el amor que pone en nosotros mediante su Espíritu.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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