Dios le da el cuerpo
como él quiso.
1 Corintios 15:38
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Hechos 2:32
Después de haber sido crucificado y puesto en la tumba, Jesús
volvió realmente a vivir en la tierra. Fue visto por más de 500 personas a la
vez (1 Corintios 15:6). Los cristianos estamos convencidos de la resurrección
de Jesucristo, pero hoy, al igual que en aquella época, algunas personas
sostienen que no existe la resurrección de los muertos (v. 12). Para burlarse
preguntan: “¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán?” (1
Corintios 15:35). La Palabra de Dios les responde: “Necio” (1 Corintios 15:36).
Pero a los que hacen esta pregunta con sinceridad, Dios les explica el misterio de la resurrección empleando el ejemplo de una semilla. Ésta cae en la tierra, muere y desaparece al tiempo que el germen se desarrolla y produce una nueva planta, demostrando así la continuidad de la vida. ¿Cómo negarse a creer que Dios podrá dar un cuerpo nuevo a una persona cuyo cuerpo de muerte se corrompió en la tierra? Para el Creador, el espíritu de cada persona permanece vivo (Lucas 20:38). Un día el espíritu del creyente será unido a su cuerpo resucitado, incorruptible, totalmente diferente al antiguo cuerpo. Más tarde los cuerpos de los incrédulos saldrán de las tumbas, resucitarán para ser juzgados.
Pero, lleno de paz frente a la muerte y al sufrimiento, el creyente sabe que si su miserable cuerpo desaparece, sin lugar a duda resucitará y será transformado conforme al cuerpo de gloria de Cristo, cuando él venga a buscar a sus rescatados (Filipenses 3:20-21).
Pero a los que hacen esta pregunta con sinceridad, Dios les explica el misterio de la resurrección empleando el ejemplo de una semilla. Ésta cae en la tierra, muere y desaparece al tiempo que el germen se desarrolla y produce una nueva planta, demostrando así la continuidad de la vida. ¿Cómo negarse a creer que Dios podrá dar un cuerpo nuevo a una persona cuyo cuerpo de muerte se corrompió en la tierra? Para el Creador, el espíritu de cada persona permanece vivo (Lucas 20:38). Un día el espíritu del creyente será unido a su cuerpo resucitado, incorruptible, totalmente diferente al antiguo cuerpo. Más tarde los cuerpos de los incrédulos saldrán de las tumbas, resucitarán para ser juzgados.
Pero, lleno de paz frente a la muerte y al sufrimiento, el creyente sabe que si su miserable cuerpo desaparece, sin lugar a duda resucitará y será transformado conforme al cuerpo de gloria de Cristo, cuando él venga a buscar a sus rescatados (Filipenses 3:20-21).
© Editorial La Buena Semilla, 1166
PERROY (Suiza)
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