¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que
trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien…!
Isaías
52:7
Cristo Jesús… vino y anunció las buenas nuevas de paz.
Efesios 2:13, 17
En algunos pueblos de la antigüedad existía una costumbre
salvaje que exigía matar al portador de malas noticias. Así, por ejemplo, el
mensajero encargado de anunciar a un rey la derrota de su ejército, una vez
cumplida su misión, era inmolado en señal de duelo, para desviar la cólera de
los dioses. El trágico destino de ese pobre hombre formaba parte de la
superstición de los hombres de aquella época, pero obviamente no cambiaba el
resultado de la guerra. Por el contrario, si la batalla había sido ganada, el mensajero
era cubierto de flores y llevado sobre los hombros.
Pues bien, esto nos hace pensar en un portador de buenas noticias que, no obstante, fue asesinado. ¡Nunca se habían anunciado noticias tan buenas, es decir, la victoria sobre el pecado y la muerte! Dios ofrecía su paz a sus enemigos y enviaba a su Hijo Jesucristo para proclamarla. ¡Qué noticias y qué portador para anunciarlas! Pero ¿cómo fue recibido? ¡Lo clavamos en una cruz, y desde entonces –y aún hoy en algunos países– muchos de sus discípulos han sufrido el martirio! Su única falta fue predicar el Evangelio, la Buena Nueva de salvación.
Pero si bien hoy, por lo menos en nuestros países, ya no se mata a los predicadores, tampoco se los escucha mucho y a menudo se los considera fanáticos o personas iluminadas. Así es, porque son los enviados de un Maestro que fue rechazado.
¿Recibió usted el mensaje del Evangelio?
Pues bien, esto nos hace pensar en un portador de buenas noticias que, no obstante, fue asesinado. ¡Nunca se habían anunciado noticias tan buenas, es decir, la victoria sobre el pecado y la muerte! Dios ofrecía su paz a sus enemigos y enviaba a su Hijo Jesucristo para proclamarla. ¡Qué noticias y qué portador para anunciarlas! Pero ¿cómo fue recibido? ¡Lo clavamos en una cruz, y desde entonces –y aún hoy en algunos países– muchos de sus discípulos han sufrido el martirio! Su única falta fue predicar el Evangelio, la Buena Nueva de salvación.
Pero si bien hoy, por lo menos en nuestros países, ya no se mata a los predicadores, tampoco se los escucha mucho y a menudo se los considera fanáticos o personas iluminadas. Así es, porque son los enviados de un Maestro que fue rechazado.
¿Recibió usted el mensaje del Evangelio?
© Editorial La Buena Semilla, 1166
PERROY (Suiza)
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