viernes, 22 de abril de 2011

UNA MIRADA QUE HABLA

Jesús, mirándole, le amó.

Marcos 10:21



Vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro... lloró amargamente.

Lucas 22:61-62

Una mirada que habla

2 de marzo de 1996, tres de la tarde.
Estoy solo, desesperado… No le encuentro sentido a mi vida. Acabo de discutir una vez más con mi novia… ¡Estoy indignado con la vida y con todos los sufrimientos que me trae!
En el trabajo me acaban de decir que alguien ha venido a verme. Es mi hermano Olivier, quien se convirtió a Jesús hace poco. Yo también escuché el Evangelio, pero sigo siendo incrédulo.
Como necesito hablar, no dudo en contarle a Olivier lo que siento. Él me escucha y me mira con unos ojos llenos de compasión y de esperanza. Me gustaría que me dijese algo, que me diese una palabra de aliento, pero no dice nada, sino que me sigue mirando con la misma expresión. Esta expresión no es suya, sino la de su Salvador.
Luego me dice que tiene que irse. No le obligo a quedarse, ¡Pero me gustaría que se quedase un rato más!
Otra vez estoy solo, pero en mi mente está esa mirada que me invita a volverme a Jesús.
Seis de la tarde. Alcanzado por la gracia de Dios, estoy de rodillas, confesando mis pecados y recibiendo en mi corazón a Jesús como mi Salvador y Señor.
El Buen pastor al verme
Perdido e infeliz,
Llegando a donde estaba
Me trajo a su redil;
Y al ver que Cristo me salvó,
El cielo entero se alegró.


© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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