Cuando anochecía, se acercaron a él sus discípulos,
diciendo: El lugar es desierto, y la hora ya pasada; despide a la
multitud, para que vayan por las aldeas y compren de comer. Jesús les
dijo: No tienen necesidad de irse; dadles vosotros de comer. Y ellos
dijeron: No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces. Él les dijo:
Traédmelos acá.
Mateo 14:15-18
Jesús llevó a sus discípulos a un lugar aparte
para que descansasen (Mateo 14:13-21), pero la gente los siguió. Cuando
Jesús vio a la multitud desamparada, como ovejas que no tienen pastor,
les enseñó pacientemente. Los discípulos, cansados de la jornada y
viendo que el lugar estaba desierto, sacaron una conclusión muy
razonable para ellos: “Despide a la multitud, para que... compren de
comer”. ¡Lógica aparentemente irrefutable! Sin embargo la respuesta de
Jesús los turbó: “No tienen necesidad de irse”. Él sabía de antemano
cómo iba a colmar las necesidades de todos.
A menudo somos como los discípulos. Cuando tenemos que tomar una decisión, lo hacemos en función de lo que nos parece más lógico, lo más razonable. Angustiados por la precariedad de nuestros recursos, hacemos planes olvidándonos quizá de contar con la ayuda y la sabiduría de nuestro Dios. Pero aquí Jesús nos recuerda que las cosas no tienen por qué suceder como lo imaginamos, y que él tiene las llaves que la sabiduría humana no posee.
Las soluciones que nos propone siempre comprometen nuestra fe: “Dadles vosotros de comer”. Las dudas aparecen y nos encontramos con obstáculos insuperables. “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. Jesús simplemente nos pide llevarle nuestra modesta contribución (“Traédmelos acá”), para así multiplicarla y asombrarnos por su intervención.
A menudo somos como los discípulos. Cuando tenemos que tomar una decisión, lo hacemos en función de lo que nos parece más lógico, lo más razonable. Angustiados por la precariedad de nuestros recursos, hacemos planes olvidándonos quizá de contar con la ayuda y la sabiduría de nuestro Dios. Pero aquí Jesús nos recuerda que las cosas no tienen por qué suceder como lo imaginamos, y que él tiene las llaves que la sabiduría humana no posee.
Las soluciones que nos propone siempre comprometen nuestra fe: “Dadles vosotros de comer”. Las dudas aparecen y nos encontramos con obstáculos insuperables. “No tenemos aquí sino cinco panes y dos peces”. Jesús simplemente nos pide llevarle nuestra modesta contribución (“Traédmelos acá”), para así multiplicarla y asombrarnos por su intervención.
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