miércoles, 11 de octubre de 2017

UNA VIDA DE ESPERANZA

 
Nada hemos traído a este mundo, y sin duda nada podremos sacar.
1 Timoteo 6:7
Permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído.
Colosenses 1:23
 
 
Como un viajero, el hombre va caminando, guiado por sus ambiciones o sus deseos, pero empujado, inexorablemente, por las agujas del tiempo. Espera un futuro cada vez mejor y lucha por alcanzar sus objetivos de felicidad. Los jóvenes se impacientan por ser grandes para «hacer su vida», los adultos esperan la jubilación, y las personas mayores hojean con nostalgia su agenda... Al hacer el balance, ¡cuántas promesas olvidadas, amistades rotas, sonrisas borradas...! ¡Cuántas desilusiones y tiempo perdido!
¿Solo queda la certeza de un final sin retorno? ¡No! ¿Entonces hay una esperanza? ¡Sí, hay una buena noticia! Jesús vino para darnos vida abundante y eterna, para darnos una esperanza segura y firme. Por medio de él los creyentes son reconciliados con Dios, quien se da a conocer como su Padre, y les asegura un lugar en su propia “casa”. Sí, Jesús compró allí un lugar para nosotros a un precio muy alto, al costo de su propia vida; por eso puede afirmar categóricamente: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27). Pero es necesario aceptar ese regalo que él nos hace, regalo gratuito y definitivo. Aceptar que fue por nosotros, por mí personalmente, que Jesús murió y resucitó.
¡Acéptelo ahora y vivirá con una nueva esperanza!
“La esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado” (Romanos 5:5).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

No hay comentarios: