jueves, 22 de diciembre de 2016

DIOS NOS COMUNICA

 
Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.
Juan 1:14
 
 
El versículo de hoy es el centro de la fe cristiana: Dios se hizo hombre. Contiene una verdad sorprendente y maravillosa. Este Verbo es el Señor Jesús, el Cristo. ¿Por qué es designado como “el Verbo” (o la Palabra)? Porque por medio de Jesucristo, Dios nos habló. Este lenguaje de Dios pudo escucharse, fue un lenguaje «verbal». Cristo expresó los pensamientos de Dios y fue “la imagen del Dios invisible” (Colosenses 1:15). Desde “el principio estaba con Dios (Juan 1:2).
“Aquel Verbo fue hecho carne”. Es un milagro que sobrepasa nuestra inteligencia. Nosotros no nos volvemos carne: somos carne. Pero Aquel que es la Palabra se hizo carne al nacer de una virgen. Nadie más ha existido sin ser antes concebido, pero Cristo, quien existía desde la eternidad, tomó el cuerpo que Dios le había preparado en el seno de María. Es un misterio que nos es revelado: “Indiscutiblemente, grande es el misterio de la piedad: Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16).
¿Era realmente un hombre? Sí, pues “habitó entre nosotros”, y los discípulos tuvieron el privilegio de contemplar su humanidad y su gloria, una “gloria como del unigénito del Padre”. Escondida bajo el manto de su humanidad, esta gloria resplandece con tal brillo que conduce a sus discípulos a persuadirse de que Jesús es mucho más que un hombre. Es el Hijo unigénito de Dios, digno de todo honor. ¿Cómo es posible que el Dios eterno haya podido encarnarse en un hombre? Sin comprenderlo, el cristiano agradece y adora, diciendo: “¡Señor mío, y Dios mío!” (Juan 20:28).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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