jueves, 8 de diciembre de 2016

EL REGRESO DEL HIJO REBELDE

(El hijo rebelde) levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.

Lucas 15:20

Vuélvete a mí, porque yo te redimí.

Isaías 44:22

Jesús contó esta parábola: “Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. Y volviendo en sí, dijo:... Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no soy digno de ser llamado tu hijo... Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó” (Lucas 15:11-20).
Mucho antes de que pensemos en volvernos a Dios, él nos está esperando. Y cuando vamos a él confesándole sinceramente nuestros pecados, su corazón divino y compasivo nos recibe con los brazos abiertos. ¿Hemos merecido una acogida así? ¡Por supuesto que no! ¡Pero así es la inmensa gracia de Dios hacia un pecador que se arrepiente! Él desea mostrar su amor a aquel que estuvo marcado por el pecado y sus consecuencias.
¿Quién, ante una gracia tan grande, podría dudar aún en ir a Dios?

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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