sábado, 8 de abril de 2017

ERA UN ESCLAVO ENCADENADO POR SATANÁS


 
Dios... saca a los cautivos a prosperidad.
Salmo 68:6
(Dios) nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
Colosenses 1:13-14
 
 
«Era un esclavo encadenado y no pertenecía a Dios sino a Satanás, quien solo tenía un objetivo: conducirme a la muerte. También comprendí que solo Jesús tenía el poder para hacerme cambiar de vida. Jesús había venido para liberar a los hombres de sus cadenas y del poder de Satanás. Comprendí que Jesús había muerto para llevar sobre sí mismo todas las suciedades de mi vida. Me invitaba a dejarlo entrar en mi corazón.
Me puse de rodillas, solo en mi habitación, y allí le dije que no soportaba más ser la persona que era, que quería cambiar, y le supliqué que me salvase. Ya no podía hablar; sentía que Satanás no quería soltarme. Luego, de repente, llegó la calma total. Un profundo gozo llenó mi ser y echó fuera todas las tinieblas. En seguida experimenté una seguridad total: Dios me había oído. Ya no estaba solo; el Espíritu de Dios venía a morar en mí.
A partir de ese momento todo lo que formaba parte de mi vida pasada dejó de existir. Mis centros de interés fueron transformados. Solo tenía un deseo: leer la Biblia. Poco después de mi conversión escribí una carta a mi padre y le pedí perdón por todos los problemas que le había causado.
Eso fue hace treinta años. Durante todo este tiempo Dios veló sobre mí, me enseñó a conocerle mejor, a amarle y a servirle».
Thierry
“La paz de Dios gobierne en vuestros corazones... y sed agradecidos” (Colosenses 3:15).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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