Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo
Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a
los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.
Juan 18:37-38
Algunas preguntas de la Biblia
La comparecencia de Jesús ante Pilato es el juicio
más conocido de todos los tiempos. Jesús era inocente y Pilato lo sabía
muy bien porque ya lo había interrogado. Además, su mujer le había
dicho: “No tengas nada que ver con ese justo” (Mateo 27:19). Pilato
estaba perplejo, y los roles se invirtieron. Entonces fue el acusado
quien advirtió a su juez, pues Jesús declaró a Pilato que si él era
recto, y si “era de la verdad”, escucharía a aquel a quien juzgaba.
Pilato respondió con esta pregunta, que era una escapatoria: ¿Qué es la
verdad? Pilato era un escéptico: para él toda verdad era relativa. Pero
si no existe la verdad absoluta, entonces la verdad no existe. En vez de
escuchar la respuesta de Jesús, Pilato puso fin al diálogo y salió.
Quería liberar a Jesús y al mismo tiempo complacer a la multitud. ¡Eso era imposible! Entonces decidió condenar a muerte a quien sabía que era inocente. ¡Su habilidad política no le impidió cometer un crimen!
Si tenemos dudas sobre la verdad, debemos escuchar las respuestas que nos da la Biblia. Ella nos dice que la verdad está en Jesús (Efesios 4:21). Y Jesús mismo afirma: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).
No hay nada más grave que oír las palabras de Jesús y no creerlas. Esto endurece la conciencia, y luego, como Pilato, podemos llegar a cometer el mal que no queríamos hacer, y a desviarnos del camino que conduce a la vida eterna.
Quería liberar a Jesús y al mismo tiempo complacer a la multitud. ¡Eso era imposible! Entonces decidió condenar a muerte a quien sabía que era inocente. ¡Su habilidad política no le impidió cometer un crimen!
Si tenemos dudas sobre la verdad, debemos escuchar las respuestas que nos da la Biblia. Ella nos dice que la verdad está en Jesús (Efesios 4:21). Y Jesús mismo afirma: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan 14:6).
No hay nada más grave que oír las palabras de Jesús y no creerlas. Esto endurece la conciencia, y luego, como Pilato, podemos llegar a cometer el mal que no queríamos hacer, y a desviarnos del camino que conduce a la vida eterna.
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