domingo, 9 de abril de 2017

UN MALHECHOR EN EL PARAÍSO

 
 
(El malhechor) dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Lucas 23:42-43
 
 
El malhechor crucificado al lado de Jesús estaba al borde de la eternidad. De repente descubrió que al salir de las manos de la justicia humana, iba a caer en las de la justicia divina. La única perspectiva para este hombre era: sufrimientos de este lado de la muerte y sufrimientos del otro lado. Momentos antes, al igual que su compañero, blasfemaba; ahora se hacía preguntas.
Pero en medio de su angustia vio un resplandor que emanaba de aquel que, a su lado, estaba crucificado al igual que él, pero que hablaba con amor a los suyos e imploraba el perdón para sus verdugos. Este resplandor lo atrajo, iluminó su estado pecaminoso y lo llevó a creer que Jesús reinará. Entonces le pidió que se acordase de él.
La respuesta fue más allá de lo que esperaba: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (v. 43). ¡Cuánto consuelo daría esta promesa al ladrón en medio de su agonía, y qué alivio a su sufrimiento moral! ¡Esto también regocijó al Salvador! Jesús, rechazado también, iba a llevar consigo a este hombre a quien la sociedad excluía y condenaba. Un malhechor arrepentido iba a ir al paraíso. Entraría como testigo del poder de la muerte de Jesús para salvar a pecadores como él. Cristo, crucificado a su lado, iba a morir por él. Días antes el Señor había anunciado que él era como esa semilla de trigo que cae en tierra y muere, pero “si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24). ¡Y ese malhechor era uno!
“Cristo padeció una sola vez por los pecados, el justo por los injustos, para llevarnos a Dios” (1 Pedro 3:18).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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