jueves, 19 de enero de 2017

COMO EL HOMBRE TRAE A SU HIJO

 
El Señor tu Dios te ha traído, como trae el hombre a su hijo, por todo el camino que habéis andado, hasta llegar a este lugar.
Deuteronomio 1:31
Los sustentaste cuarenta años en el desierto.
Nehemías 9:21
 
 
Aquella noche la familia de Guillermo estaba de visita en casa de unos amigos. La conversación se prolongó y el niño, cansado de jugar, se acurrucó en una esquina del salón, esperando que los mayores acabasen sus conversaciones.
Cuando sus padres decidieron marcharse, el niño estaba profundamente dormido. Su padre lo tomó cuidadosamente en sus brazos... La cabeza del pequeño cayó pesadamente en el hombro paterno. Estaba completamente abandonado a los cuidados de sus padres. Su madre, temiendo que se resfriara, puso su abrigo sobre el niño. Su padre lo instaló en el automóvil, teniendo cuidado para no despertarlo. Cuando llegaron a casa acostó a Guillermo en su cama. El niño seguía durmiendo y no se dio cuenta de todos los cuidados que sus padres le brindaron.
Este tipo de escena se repite muchas veces. ¿Qué padre no sintió gran ternura al llevar en sus brazos a su niño dormido, quien descansaba sobre él con plena confianza? ¿Qué madre no cubrió tiernamente a un bebé mientras dormía?
Y nosotros, ¿seremos indiferentes al lenguaje divino, cuando Dios afirma que cuidó de su pueblo “como trae el hombre a su hijo”? Esto nos muestra la infinita ternura de nuestro Dios hacia aquellos que dependen de él. Hijos de Dios, estamos rodeados de sus tiernos cuidados, y muy a menudo sin que nos demos cuenta de ello. ¡Abandonémonos, pues, a sus cuidados paternos con total confianza!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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