sábado, 14 de enero de 2017

EL EFECTO SIN CAUSA

 
Dice el necio en su corazón: No hay Dios.
Salmo 53:1
No le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios.
Romanos 1:21
 
 
Todo el mundo conoce la ley de causa efecto, es decir, existe una causa específica para cada fenómeno. Sin embargo, personas muy serias inventaron «el efecto sin causa», y esto a veces incluso en nombre de la ciencia. Afirman que la existencia salió de la nada, que no hay ninguna causa al hecho de que «un día» no hubiese nada y que «ahora» haya algo. ¡Reconozcamos que es necesario ser bastante crédulo para atribuir a la nada la paternidad de todo!
Al ir a los hechos de causa en causa, siempre tropezaremos con el misterio del origen de todo. Pero la Biblia lo explica mediante estas cinco primeras palabras: “En el principio creó Dios...” (Génesis 1:1). Así, este origen que está fuera de nuestra comprensión, que no tiene principio ni fin, es Dios. Él es la causa original, la inteligencia y el poder creador de todo.
Pero, ¿sabe usted que Dios quiso darse a conocer de otra forma aparte de la creación? Para ello él mismo vino hasta nosotros. ¿Por qué? ¿Este hecho también tiene una causa? ¡Por supuesto! ¡Lo hizo porque nos ama! Nos reveló su amor en Jesucristo. Lo sacrificó para liberarnos del pecado que nos impedía conocerlo personalmente como un Padre lleno de amor y todopoderoso. ¡Quiere que usted también lo conozca, querido lector! Lea la Biblia, acepte su mensaje, descubra a su Creador y el verdadero sentido de su vida. Usted no está aquí por casualidad, sino porque Dios lo creó con el objetivo de que se convierta en su hijo, un hijo del gran Dios. ¡Nada menos que eso!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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