martes, 24 de enero de 2017

EL APOCALIPSIS

 
Dios... ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos.
Hechos 17:30-31
 
 
El Apocalipsis invadió nuestro imaginario contemporáneo. La ciencia ficción de los últimos años se complace en imaginar catástrofes ineludibles, cataclismos tan repentinos como destructores. Por supuesto, estas ficciones a menudo están alimentadas por acontecimientos que forman parte de la actualidad.
Todo este imaginario expresa la profunda angustia del hombre ante su futuro en un momento en el que todos los equilibrios del planeta están en peligro.
Pero la palabra «apocalipsis», cuyo verdadero sentido se ha ido perdiendo, es el nombre que recibe el último libro de la Biblia con un sentido preciso: Revelación. Fijémonos en el hecho de que Dios, cuya bondad, amor y gracia evocamos gustosamente, también se revela como el autor de terribles juicios. El sentido que hoy tiene la palabra «apocalipsis» viene precisamente de esos terribles juicios.
Dios es un Dios salvador; por medio de Jesucristo ofrece la salvación y el perdón a todo el que se arrepiente. Pero Dios también es un Dios de justicia y de verdad que detesta el pecado y no puede permanecer indiferente ante todas las formas de mal cometidas por una humanidad que vive sin él. Su paciencia se acabará, y las Escrituras afirman solemnemente que Dios juzgará al mundo. Hoy, el anuncio de estos juicios es una oportunidad para que cada uno piense en el fin del hombre y del mundo, y sobre su propia relación con el Dios salvador.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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