miércoles, 23 de enero de 2013

Diríjase a Dios



Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros.
Santiago 4:8


Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Salmo 5:3


Dios es amor.
1 Juan 4:8

Cuando se hace alusión a la oración, frecuentemente vemos sonrisas irónicas, burlas más o menos abiertas.  Sin embargo, son muchas las personas que, ante su incapacidad para resolver un problema, no dudan en «probar» la oración como último recurso.
Para el cristiano, la oración no es algo místico, vago o confuso; tampoco es una especie de superstición.  De hecho, no es el último recurso, sino la primera necesidad.  Es una verdadera comunicación que puede establecer con Dios, en la confianza y dependencia, al igual que un niño con su padre.
Conocer a Dios como un Padre lleno de bondad es haber aceptado la salvación que ofrece a todo hombre mediante su Hijo Jesucristo.  Dios, a causa de su amor, quiso acercarse a sus criaturas y entrar en relación con ellas.  Así, mediante la oración, el creyente puede presentarse ante Dios en todo momento.  Ninguno de sus problemas es demasiado pequeño o demasiado grande para Dios, ninguna de sus dificultades lo deja indiferente.
¿Desconoce usted el privilegio de tener tales comunicaciones con el gran Dios del cielo y de la tierra? Dígale que desea conocerlo.  Háblele con sus propias palabras y tenga la seguridad de que él está atento a la oración sincera.  Ábrale su corazón y él le responderá.  No es una probabilidad, sino una seguridad. Él “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4).  ¡Dios no rechaza a nadie!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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