martes, 8 de enero de 2013

LA ESPERA VICTORIOSA Y CONQUISTADORA



Aprendiendo a manejar en Dios los tiempos de desesperación
Ritchie Pugliese
En el mundo que vivimos, donde todo pareciera acelerarse cada día con tantas propuestas para lograr cosas basadas en lo inmediato e instantáneo, hablar de esperar pareciera algo ridículo y fuera de contexto.

Este ritmo vertiginoso y enloquecedor de la sociedad, propone cada día acelerarnos aún más, y afecta inclusive la forma de vivir y pensar del Pueblo de Dios.  Pareciera como que sintiéramos un rechazo o que fuera difícil comprender y aceptar la idea de que en diversas etapas de la vida podamos atravesar tiempos de espera, especialmente cuando necesitamos con urgencia el obrar o una respuesta del Señor en nuestras vidas y nada pareciera suceder.  Cuando las agujas del reloj avanzan vertiginosamente y las circunstancias adversas no cambian es bien difícil esperar.

Para ser sinceros muchos de nosotros, si fuera posible, haríamos cualquier cosa con tal de no esperar, ¡inclusive lo malo a los ojos del Señor! Es por eso que debemos tratar este tema a la luz de la Palabra de Dios para que podamos ser creyentes maduros y renovados en nuestra forma de ver y pensar y vivir las cosas.

Debemos aprender a manejar los tiempos de espera, especialmente cuando todo lo que nos rodea es desesperación y necesitamos salir de esa situación.  Únicamente con la ayuda del Señor y a Su manera podremos lograrlo.  Si caemos en la velocidad de moda, que es el apuro y la rapidez, prontamente caeremos en serias dificultades.  El concepto natural dice que cuando pasa el tiempo y las cosas no se dan, “¡hay que hacer algo como sea y a cualquier costo!”, pero precisamente ese no es el sentir de Dios.  Él tiene otro plan superior que nos conduce a su bendición.

Si queremos ser sensibles y obedientes a la obra del Espíritu Santo en nuestras vidas, debemos aprender a seguir la voz de Dios y hacerle caso.  Muchos en su apuro pretenden soplar más fuerte que el Espíritu Santo y ven truncado en sus vidas el obrar del Señor.  Él quiere caminar en la delantera de nuestras vidas porque es El Señor.  Es por eso que quiere darnos unas cuantas lecciones prácticas para que aprendamos a movernos cuando él se mueve y a quedarnos quietos esperando cuando él así lo decida.  A menos que aprendamos esto, nunca podremos seguir la “nube” de gloria del Señor y estar en el cauce de Su Presencia.

Necesitamos saber que la voluntad de Dios es diametralmente opuesta a lo que generalmente nosotros pensamos.  Muchas veces por seguir nuestro pensamiento natural fracasamos.  En el reino del Espíritu lo natural para nada aprovecha.  Yo he aprendido esta lección en la experiencia de mi andar con Dios: Cuando Él dice algo y yo no estoy de acuerdo, ¡siempre el que está errado soy yo! El Señor siempre está en lo correcto, por eso vale la pena obedecerle y seguirle aunque no lo entendamos.  Dios nunca nos ha llamado a entender las cosas sino principalmente a obedecerle con fe.
Tantas veces hemos hablado de seguir al Señor pero no sabemos que para hacerlo debemos aprender a obedecer por fe, sin razonar, pues en muchas ocasiones Él puede decirnos que esperemos y estemos quietos sin hacer nada hasta que Él comience a obrar primero.

Nuestra óptica natural necesita ser quebrada por el Señor pues nos hace ver a los tiempos de espera como tiempos de pérdida, pero si nos abrimos al obrar de Dios podremos ser cambiados y transformar los tiempos de espera en tiempos de bendición.

Para muchos los tiempos de espera son tiempos de nerviosismo, tensión y desesperación.  Para poder experimentar el milagro de ver a nuestros tiempos de espera transformados en tiempos de bendición necesitamos en primer lugar entender el significado de la palabra “esperar’.

En el hebreo (idioma en el que se escribió el Antiguo Testamento) tiene tres significados:

1. “Dumiyah”: Significa esperar silenciosamente con una tranquila confianza.

2. “Chakah”: Significa adherirse y desear ardientemente.  En el Salmo 33:20 aparece esta palabra donde dice: “Nuestra alma espera a Jehová, nuestra ayuda y nuestro escudo es él”

3. “Qavah”: Significa esperar con entusiasta expectación y da la idea de entrelazar.  El Salmo 27:14 dice: “Aguarda a Jehová, esfuérzate, y aliéntese tu corazón, si espera a Jehová”

Creo fervientemente que el Espíritu Santo nos está invitando a gustar este tipo de espera, que al ser practicada en nuestras vidas, suelta la fragancia celestial de la presencia de Dios y somos renovados y bendecidos.
Estos tres significados nos dan lecciones importantes para llevar a la práctica cuando atravesamos tiempos desesperantes:

1. Aprender a esperar silenciosamente con una tranquila confianza en Dios en medio de los tiempos difíciles sin nervios que nos descontrolen y originen estrés.
Cuando el tiempo pasa y debemos tomar determinaciones debido a que se nos viene el “mundo encima”, es allí cuando debemos rendirnos ante la Majestad del Maestro y entregarle nuestro estado de intranquilidad, de duda y desesperación.  Confiar en el Señor implica descansar en Él.

La mayoría de las decisiones que tomamos bajo presión y “en caliente” generalmente luego tenemos que lamentar serias consecuencias porque nos hemos movido por sentimientos o razonamientos y no por fe en el Señor.  Cuando todo parezca empeorar y su situación desesperar, no haga lo mismo que hacen los que no tienen a Cristo, sino controle la tensión decidiendo esperar en silencio y con una tranquila confianza en Dios.

Confiar es más que un sentimiento, es una decisión.  Realmente para hacer esto debemos quebrar nuestra vida, pues humanamente hablando es “de locos” quedarse quietos cuando todo se viene abajo... pero ¡bendita locura la que propone el Señor! ¡Nunca lo olvide: Cuando obedecemos siempre salimos ganando, aunque no veamos la salida al presente!
2. Aprender a esperar adheridos, “colgados” y aferrados al Dios Poderoso, deseándole en nuestro ser ardientemente como amantes espirituales, cuando todo parezca derrumbarse a nuestro alrededor.
Para entender la figura podemos decir que el Señor es como un cable de acero y nosotros somos un hilo bien débil en el cual nos adherimos, entrelazamos y aferramos para obtener fortaleza, perseverancia y resistencia.

En los tiempos de desesperación debemos aprender a esperar literalmente “colgados” de Dios, teniéndolo a Él como único recurso, como el único que puede ayudarnos.  Esa es la clase de dependencia que Dios espera de nosotros.

A veces decimos que estamos dispuestos a esperar en Dios pero cuando todo se pone oscuro, es como que decimos: - Ya que Dios no ha hecho nada voy a hacer algo YO – o - voy a recurrir a este amigo inconverso pues él va a ayudarme -.   Si usted se mueve antes que Dios se mueva ya no habrá nadie poderoso que pueda ayudarle, pues sin la ayuda del Señor realmente estamos perdidos.  ¡Aférrese al Señor porque sólo él tiene la salida!


3. Necesitamos aprender a esperar con entusiasta expectación, sabiendo que el Señor tiene un plan de bendición para nuestras vidas y que nada puede sucedernos fuera de su preciosa voluntad y que todo (aún lo malo) Él lo transforma para bien (Ro. 8:28).
A veces esperamos lo malo o lo peor y eso nos arruina espiritualmente y apaga nuestra fe.  Los hijos de Dios que esperan en el Señor no desesperan sino se mantienen creyendo en los tiempos de dificultad.  Debemos renovar nuestra manera de pensar para ocupar nuestra mente en la victoria del Señor.  Esperar en Dios trae una recompensa victoriosa.  El mundo dice: “el que espera, desespera” pero aquellos que aman al Señor esperan confiadamente, con una actitud entusiasta de fe y expectativa, creyendo que en cualquier momento llega el obrar de Dios.

Los tiempos de espera en el creyente no suceden en vano sino con un principal santo propósito: Conocer al Dios que servimos.  El Salmo 62:1-2 dice: “En Dios solamente está acallada mi alma; de él viene mi salvación.  Él solamente es mi roca y mi salvación.  Es mi refugio, no resbalaré mucho”.

Note la expresión “en Dios solamente”, “de él viene mi salvación” y “El solamente es mi roca y salvación”.  Únicamente los que aprenden a esperar en el Señor pueden unirse al sentir del salmista.  A veces Dios nos introduce en situaciones en las que debemos esperar para poder conocerlo como el Único y Verdadero Dios que nos salva no solo del infierno futuro sino de un presente incierto y sin esperanza, para conocerlo como nuestra Roca firme cuando todo tambalea y se sacude.  ¡Vale la pena esperar en el Señor! La espera confiada en Dios es la antesala de Su poderosa manifestación.  ¡Aleluya!

Para los que aprenden a esperar hay también beneficios de parte de Dios.  Isaías 40:31 dice:
“Los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán nuevas alas como las águilas; correrán y no se cansarán, caminarán, y no se fatigarán”

Los beneficios son los siguientes:
1. Reciben de parte de Dios nuevas fuerzas.  Esto significa una verdadera renovación espiritual-mental-física.  Las demoras de la vida muchas veces son utilizadas por el diablo para desgastarnos y aniquilarnos.  Cuando esperamos como Dios quiere fluye de Su Santa Presencia fuerzas del Espíritu Santo para poder perseverar y triunfar.

2. Levantan alas como las águilas, es decir, la presencia vivificadora del Espíritu Santo nos renueva interiormente y nos eleva a las alturas espirituales, donde encontramos verdadera seguridad y estabilidad.  El lugar más seguro es habitar en las alturas de la presencia de Dios.

3. Correrán y no se cansarán, caminarán y no se fatigarán, esto significa que cuando el tiempo de esperar aquietadamente se termina, debemos empezar a seguir esperando en movimiento.  Esto también es pura fe, ya que a veces podemos confundir “esperar en Dios” con cobardía y falta de valor para hacer lo que debemos hacer.  Hay un tiempo para esperar en quietud y otro tiempo para esperar en movimiento.  Caminando con Dios debemos aprender a diferenciar un momento del otro.

¿Se ha dado cuenta todo lo que significa e implica esperar en el Señor? Es por eso que le animo hoy a que reflexione en los tiempos de espera que ha atravesado o actualmente está atravesando.     ¿Está aprendiendo las lecciones que Dios quiere enseñarle? ¿Su tiempo de espera se diferencia de una persona que no tiene a Cristo en su ser? ¿Los tiempos de espera han sido tiempos de bendición y crecimiento espiritual?

El Espíritu Santo nos está invitando en este tiempo a decidir caminar hacia una vida cristiana de madurez que refleje la gloria del Gran Alfarero.  Permitámosle que él trabaje en nuestras vidas para que podamos ser vasijas para Su gloria y podamos ver transformados nuestros tiempos de espera en tiempos de bendición.

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