domingo, 13 de enero de 2013

EL AMOR DE DIOS POR MI



Cristo… me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20


Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8

Amar a un enemigo hasta el punto de triunfar sobre su indiferencia o su odio, sacrificar por él su tesoro más precioso… ¿quién ha visto cosa semejante?
Sin embargo, eso fue lo que Dios hizo por mí.  Me amó, no por mis cualidades y mis buenas intenciones, sino a pesar de todo lo malo y detestable que vio en mí.  Me amó a causa de sí mismo.  Me amó porque es amor.
Así se expresa el Salmo 103: “Bendice, alma mía, al Señor, y bendiga todo mi ser su santo nombre.  Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de sus beneficios.  Él es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias; el que rescata del hoyo tu vida, el que te corona de favores y misericordias; el que sacia de bien tu boca de modo que te rejuvenezcas como el águila.  El Señor es el que hace justicia y derecho a todos los que padecen violencia… No ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.  Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.  Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones.  Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor de los que le temen.  Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo… Mas la misericordia del Señor es desde la eternidad… sobre los que le temen, y su justicia sobre los hijos de los hijos; sobre los que guardan su pacto, y los que se acuerdan de sus mandamientos para ponerlos por obra” (v. 1-6; 10-14; 17-18).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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