sábado, 6 de julio de 2013

CRECER EN LA FE



Abraham… tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios, plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había prometido.
Romanos 4:16, 20-21

Para los jóvenes padres es muy emocionante y gozoso presenciar los primeros pasos de su pequeño. Éste se pone de pie, vacila un poco, luego se lanza… ¿Y si se cae? Se levanta y vuelve a comenzar como si nada hubiese ocurrido. El niño jamás se rinde. Y un buen día… camina.
Tal es también nuestra fe: vacilante a veces, con momentos de duda, caídas tal vez… Pero, como el niño que comienza a caminar, ¡no nos detengamos debido a una caída, sino volvamos a caminar por la senda de la fe! Si somos creyentes, o si aún estamos en busca de sentido, de certezas, de la verdadera vida, vayamos al Señor Jesús. Contémosle nuestras dudas, nuestros temores y nuestros deseos: comprobaremos que responde a nuestras oraciones.
Leamos la Biblia con el deseo de conocer mejor a nuestro Dios; así nuestra fe crecerá. “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17).
La fe no se queda simplemente en nuestro corazón, sino que también se exterioriza. No nos avergoncemos de hablar de nuestra esperanza.
Si atravesamos las pruebas de la vida con el Señor, éstas nos harán avanzar en ese camino de confianza en Dios. No nos apoyemos en nosotros mismos, sino únicamente en Dios. Él es quien nos hace vivir.
Comportémonos “como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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