viernes, 5 de julio de 2013

EL CRECIMIENTO DEL CRISTIANO



Aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo.
Filipenses 3:8


Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe.
Juan 3:30

Una joven indonesia, condenada a tres años de cárcel por haber enseñado el Evangelio a unos niños, describe así su vida cotidiana durante su detención:
«Todos los días tenemos actividades como la jardinería, pero la tarea diaria más importante para nosotras es ser testigos vivos del amor de Cristo en la cárcel y compartir la Palabra de Dios, incluso si tenemos que hacerlo a escondidas. Sólo en Su momento seremos liberadas de esta cárcel, y cuando ese día llegue, habremos sido purificadas como el oro a través de la prueba. Mi deseo es crecer en mi relación personal con Cristo».
Nosotros, cristianos, que vivimos en un medio menos hostil, ¿deseamos sinceramente conocer más al Señor Jesús y servirle? Sabemos que nos salvó, pero quizá muy a menudo vivimos el día a día sin él. ¿Seremos como esos nueve leprosos ingratos que, después de ser curados por el Señor, no regresaron para rendirle homenaje, sino que en cierta manera lo olvidaron (léase Lucas 17:11-19)?
Avanzar por un camino lleno de felicidad, aprobado por Dios, significa buscar la comunión y la intimidad personal con Jesús, conocerlo cada vez mejor a través de la Biblia. La paz y la felicidad del cristiano son el resultado de una relación estrecha y personal con Jesús, quien no sólo es su Salvador, sino también su Señor y Maestro.

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

No hay comentarios: