jueves, 25 de mayo de 2017

¡NO HABRÁ NINGUNA SORPRESA!

 
Las cosas invisibles de él (Dios), su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa.
Romanos 1:20
 
 
Guillermo no es ni creyente ni realmente ateo, pero es optimista. Esto fue lo que explicó a un amigo creyente: «No soy tan creyente como tú. Pero si el buen Dios existe realmente, después de la muerte tendré una buena sorpresa, y no me preocupo. Dios no va a condenar a un buen tipo como yo. ¡Si lo hiciera no sería el buen Dios!».
¿Tiene razón Guillermo? Cuando se trata del futuro eterno del alma, ¿es serio ser simplemente optimista o esperar «una buena sorpresa»? ¡La paz del alma no puede apoyarse en vagas esperanzas!
En realidad, para el que quiere escuchar, Dios habla claramente. No nos abandonó a nuestras propias suposiciones sobre un tema tan fundamental. Dios revela su existencia a través de la naturaleza, de modo que declara inexcusable al que rechaza este testimonio (Romanos 1:20).
Dios también nos habló enviándonos a su Hijo. Los evangelios narran la vida perfecta de Jesús, sus palabras, sus milagros, su muerte y su resurrección, confirmada por numerosos testigos. Estos testimonios se imponen a la conciencia.
Ahora Dios no añade nada, pues todo lo dijo en la Biblia. Con respecto al más allá, ella dice: “Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Pero Jesús declara: “De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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