miércoles, 10 de mayo de 2017

¿QUÉ ES NUESTRA VIDA?

 
¿Qué cosa de todas estas no entiende que la mano del Señor la hizo? En su mano está el alma de todo viviente, y el hálito de todo el género humano.
Job 12:9-10
Él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.
Salmo 103:14
 
 
Tenemos la tendencia a instalarnos en la tierra y a hacer proyectos como si nuestra vida fuese ilimitada. ¿Olvidamos que el espíritu de cada hombre está en las manos de Dios? ¿O queremos liberarnos de esta dependencia y tratar de explicar nuestra existencia mediante el fruto del azar y la acción del tiempo? ¿Hemos apreciado las bendiciones de Dios, lo que pone en nuestras manos, es decir, la vida y las innumerables capacidades? ¡Él tiene derecho de recibir algo a cambio! (Mateo 25:15-28). En vez de reconocer que fue Dios quien nos las dio, corremos el riesgo de utilizarlas en nuestro propio detrimento. Pero, en su gracia, Dios no nos paga según nuestras iniquidades. En efecto, se acuerda de que somos polvo, un “soplo que va y no vuelve” (Salmo 78:39).
Si nuestra vida solo es una “neblina que se aparece por un poco de tiempo y luego se desvanece” (Santiago 4:14), no olvidemos que nuestra alma nos será pedida (Lucas 12:20).
En la escala divina, todos nuestros proyectos son vanidad (Eclesiastés 1:14). Y, “¿qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?” (Mateo 16:26). El rey Salomón dijo: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento” (Eclesiastés 12:1).
¿Cómo recordarlo? ¡Leyendo la Palabra, orando!

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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