martes, 30 de mayo de 2017

NUESTRAS CARGAS

 
Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará.
Salmo 55:22
En quietud y en confianza será vuestra fortaleza.
Isaías 30:15
 
 
Parece que en Arabia, en algunos palmerales, existe la costumbre de colocar sobre la corona de hojas de las pequeñas palmeras una piedra pesada para impedir que crezcan demasiado. Así el tronco se vuelve más grueso, la madera más dura y los frutos más abundantes.
Las pruebas que el Señor permite que atravesemos siempre son para nuestro bien espiritual. Si las atravesamos con él, nos hacen más fuertes, más capaces de resistir a las malas influencias. Las pruebas hacen que oremos más a menudo. Tal vez no comprendamos la utilidad de esa carga, pero más tarde veremos el progreso, un resultado, un “fruto apacible de justicia” (Hebreos 12:11).
También se dice que en algunas tribus de África central, los que tienen que atravesar a pie un río, lo hacen llevando una carga pesada en la cabeza. Ese peso hace que sus pasos sean más seguros; les ayuda a mantener el equilibrio y a no ser arrastrados por la corriente. ¡Es justo lo que a veces experimentamos cuando pasamos por una prueba! La carga no nos aplasta, sino que incluso nos mantiene de pie en medio de la corriente de una vida a veces muy agitada, porque la compañía del Señor nos es indispensable. En vez de tratar de deshacernos lo más rápido posible de nuestros problemas y preocupaciones, pidamos más bien al Señor que nos dé la fuerza y la paciencia necesarias para soportarlas y atravesarlas con él.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-30).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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