Cuando llegaron al
lugar llamado de la Calavera, le crucificaron allí, y a los malhechores, uno a
la derecha y otro a la izquierda.
Lucas 23:33
Jesús, clamando a
gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho
esto, expiró.
Lucas 23:46
Los hechos relatados por la Biblia con respecto a
la muerte y a la resurrección de Jesucristo se encuentran en los cuatro
evangelios escritos antes del final del primer siglo por testigos de estos
acontecimientos. Éstos pueden resumirse
en tres puntos:
1. Jesús fue crucificado y murió en la cruz.
2. Fue sepultado en una tumba, la cual seguidamente fue sellada y custodiada. Esa tumba quedó vacía tres días más tarde.
3. Apareció vivo a numerosos testigos, quienes creyeron en su resurrección y la proclamaron.
Examinaremos esos tres puntos empezando por la muerte de Jesús. Los evangelios relatan, con mucha sobriedad, la crucifixión de Jesús y su muerte en la cruz del Gólgota. Más o menos al cabo de seis horas de crucifixión, y después de haber clamado a gran voz, Jesús “entregó el espíritu” (Mateo 27:50; Juan 19:30), “expiró” (Marcos 15:37; Lucas 23:46). Numerosos testigos asistieron a esa muerte: un centurión romano, acostumbrado a ese tipo de suplicios, quedó tan impresionado por la muerte de Jesús, que declaró: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39); unas mujeres que habían seguido y servido a Jesús durante los tres años de su ministerio (Marcos 15:40-41); Juan, el discípulo, dio testimonio que uno de los soldados romanos “le abrió el costado con una lanza” (Juan 19:33-34).
1. Jesús fue crucificado y murió en la cruz.
2. Fue sepultado en una tumba, la cual seguidamente fue sellada y custodiada. Esa tumba quedó vacía tres días más tarde.
3. Apareció vivo a numerosos testigos, quienes creyeron en su resurrección y la proclamaron.
Examinaremos esos tres puntos empezando por la muerte de Jesús. Los evangelios relatan, con mucha sobriedad, la crucifixión de Jesús y su muerte en la cruz del Gólgota. Más o menos al cabo de seis horas de crucifixión, y después de haber clamado a gran voz, Jesús “entregó el espíritu” (Mateo 27:50; Juan 19:30), “expiró” (Marcos 15:37; Lucas 23:46). Numerosos testigos asistieron a esa muerte: un centurión romano, acostumbrado a ese tipo de suplicios, quedó tan impresionado por la muerte de Jesús, que declaró: “Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios” (Marcos 15:39); unas mujeres que habían seguido y servido a Jesús durante los tres años de su ministerio (Marcos 15:40-41); Juan, el discípulo, dio testimonio que uno de los soldados romanos “le abrió el costado con una lanza” (Juan 19:33-34).
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Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)
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