sábado, 2 de febrero de 2013

LOS ALMENDROS EN FLOR



La palabra del Señor vino a mí, diciendo: ¿Qué ves tú, Jeremías? Y dije: Veo una vara de almendro. Y me dijo el Señor: Bien has visto; porque yo apresuro mi palabra para ponerla por obra.
Jeremías 1:11-12
En los países de la cuenca mediterránea, a veces los almendros ya florecen en enero.  En pocos días sus ramas desnudas se llenan de flores… Aunque todavía es invierno, esta floración inmaculada es una promesa de la primavera.
En hebreo la palabra almendro significa «el árbol que vela».  Dios empleó esta imagen del almendro para animar al joven profeta Jeremías y anunciarle que su palabra se cumpliría.
Así como la flor del almendro, tan frágil en pleno invierno, las promesas de Dios parecen muy inciertas en un mundo duro y frío; sin embargo se cumplirán.  El que tiene fe, la que es una locura a los ojos de ciertas personas, deposita su confianza en Dios y en su Palabra, sin detenerse en las cosas visibles.
¿Su vida es fría y solitaria como un día de invierno? Reconozca ante Dios que Lo necesita.  Dios le amó hasta el punto de dar a su Hijo unigénito para liberarlo.  Para aquel que confía en Él, las promesas divinas se cumplen: “Las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).  La paz, el gozo y el amor divino son derramados en el corazón del creyente y, al igual que una floración primaveral, la bondad brota a su alrededor.  Los que son “plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán” (Salmo 92:13).
“…Para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe, y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica en toda la creación que está debajo del cielo” (Colosenses 1:22-23).

© Editorial La Buena Semilla, 1166 PERROY (Suiza)

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